La Aventura de viajar en tren
Autor: Felipe Ramírez
Sin duda alguna los Uyunenses teníamos por medio casi único de transporte el ferrocarril, de ahí que muchos de nosotros vivimos y crecimos observando la transformación de los ferrocarriles en Bolivia, Quien no recuerda sin número de anécdotas e historias en las interminables horas que suponía un viaje desde Uyuni a las ciudades más importantes de Bolivia, solo como remembranza me referiré a algunos aspectos simpáticos de estas inolvidables aventuras.
Para comenzar, y como parte principal, estaban las locomotoras, que sin duda alguna eran todo un espectáculo en su funcionamiento ya que al utilizar el carbón como combustible para generar vapor, tenían necesariamente que ser operadas por tres personas, el maquinista quien conducía la locomotora, el fogonero, que era quién alimentaba de combustible el horno de la locomotora y el brequero quien se preocupaba que el mismo vapor era bien distribuido para los frenos de los coches, el color característico de estas tres personas era el negro, ya que el carbón hacia lo suyo y además teñía de ese color a los operadores de la locomotora.
Se destacaban por su figura esbelta y sus ruedas gigantescas las “bicicletas”, locomotoras utilizadas principalmente en el ramal de Rio Mulatos a Potosí para que con su empuje puedan trepar el Tren hasta el Paso del Condor, que era el lugar más alto en este ramal.
Los coches de pasajeros, así como los demás (bodegas, coche comedor, coche porta equipaje, etc.) eran fabricados de madera, si bien los primeros llegaron desde Inglaterra, posteriormente fueron fabricados en la maestranza de Uyuni donde en sus distintas secciones o talleres se fabricaban desde las ruedas hasta el último tornillo necesario para este fin.
Estos coches tenían una clasificación en cuanto a la calidad del servicio que prestaban, así existían los de segunda clase, los de primera clase, los coches dormitorio y los coches privados, que eran una especie de casas rodantes ya que contaban con una sala una cocina y un dormitorio y eran utilizadas generalmente por el personal jerárquico del ferrocarril, atendidos por un cocinero y un camarero-garzón.
Los coches de segunda en los que el pasaje era el más económico tenían como asientos banquetas de madera y permitían viajar de pie a los apurados pasajeros que no conseguían comprar un boleto con derecho a asiento o que, como ocurría la mayoría de las veces, cuando no había numeración de los asientos solo viajaban sentados los vencedores en la competencia para obtener uno, para lo cual uno debía tener la agilidad para subir al tren en pleno movimiento con su frazada para reservar su lugar sin derecho a reclamo.
El viaje en primera clase era algo más cómodo, comenzando por los asientos acolchados y forrados en cuero y la mayoría de las veces numerados permitían disfrutar del viaje, aunque también existía la competencia de ganar asientos cuando al boletero se le ocurría no numerar los pasajes.
Eran los coches dormitorio los preferidos por las personas de buenos recursos económicos, ya que tenían la comodidad y el confort necesario para aguantar la larga travesía, con sus dos literas forradas en cuero, permitían que los usuarios viajen recostados en una cama preparada por el camarero con sábanas y frazadas, sus baños contaban siempre con agua, jabón y toalla para el aseo respectivo y su ubicación cercana al coche comedor, evitaba los muchos cruces de coche que se debían hacer estando en primera clase y peor en segunda.
Posteriormente comenzaron a llegar los coches metálicos, primero vinieron las bodegas y luego los coches de pasajeros posteriormente se fabricaron también algunos coches en la maestranza de Uyuni, pero luego de la desmantelación de la misma solo se reparan algo de este material rodante en la maestranza de Viacha, estos coches se encuentran actualmente en uso, pero a su llegada solo reemplazaron a los de segunda y primera clase, así los coches de segunda se convirtieron en coches que tenían asientos en dos filas, una para tres ocupantes y la otra para dos, pasando la incomodidad del banco de madera a la estrechez de tener que compartir un asiento entre tres pasajeros o entre dos especialmente cuando como compañero de sitio era una persona gorda. Donde se mejoró fue en primera clase ya que las dos filas de asiento con butacas personales y reclinables hacían más cómodo el viaje.
Los coches dormitorio se mantuvieron por algún tiempo más, pero finalmente fueron desechados debido a su antigüedad.
En la actualidad se mantienen solo los coches metálicos, aunque se hicieron muchas mejoras para establecer diferentes tarifas y servicios, así tenemos los coches salón, los coches ejecutivos, etc., en los que el precio del pasaje varía de acuerdo a la comodidad que uno desea, donde se incluyen televisor de circuito cerrado, música ambiental y calefacción, así como la dotación de almohadas, mantas de viaje y desayuno en la clase ejecutiva.
Si bien estos detalles eran importantes en nuestra narración, la verdadera aventura comenzaba durante el viaje, la misma que va en una segunda parte.
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