La Aventura de viajar en tren a Uyuni
Autor: Felipe Ramírez
Esta inolvidable aventura comenzaba desde la compra del pasaje, para lo cual se tenían dos alternativas, el presentarse temprano en la mañana para hacer fila y obtener el pasaje o esperar la llegada del tren para comprar el pasaje y embarcarse. Esta última opción era la más riesgosa, ya que si no se conseguía el pasaje había que abordar el tren y buscar un lugar donde poder viajar, ya sea el pasillo ( que era un lugar pequeño en las entradas delantera y posterior de los coches) o entre las filas de asiento, para luego pagar al directamente al conductor un pasaje que incluía una multa por no tener el pasaje comprado en boletería.
El beneficio que teníamos los hijos de los ferroviarios era el de tener un pasaje libre que se tramitaba en las oficinas de Maestranza del ferrocarril, ya que el trabajo en la FCAB ( Ferrocarriles Antofagasta a Bolivia), posteriormente ENFE, daba al trabajador el derecho de solicitar pasajes gratuitos para el y su familia a cualquier destino, este pasaje libre era para la primera clase, pero el pasajero no estaba libre de las colas en la boletería, ya que debía hacer colocar con el boletero el número de asiento.
Acomodados donde se podía en los coches del tren comenzaba la travesía, siendo las rutas mas requeridas Uyuni a Oruro, a La Paz, a Cochabamba, a Potosí y a Sucre.
La ruta Uyuni Villazón era utilizada en su mayoría por personas que se dedicaban al comercio y la ruta Uyuni Antofagasta por personas que también se dedicaban al comercio y los turistas.
Al estudiar en La Paz y al ser hijo de ferroviario la ruta mas familiar para mi era Uyuni La Paz, dependiendo de la hora de llegada del tren que, salvo pocas ocasiones, nunca fue puntual el itinerario mostraba paradas en todas las estaciones, de diferente duración, esto dependía si solo recogía pasajeros o el tren tenía que abastecerse de agua para la generación del vapor, así la primera estación entre Uyuni y La Paz era Colchani pueblito pequeño en el que el tren recogía pasajeros y en los que se ofrecía para la venta sal a granel o molida, al estar esta estación a las orillas del salar de Uyuni, luego venían estaciones pequeñas utilizadas especialmente para el cruce entre trenes como ser Qehua, Chita, posteriormente Rio Mulatos, estación principal ya que aparte de tener un asentamiento humano importante era el punto para la conexión con el tren que iba de Oruro a Potosí y Sucre. Esta estación tenía el clima mas frío que el de Uyuni, razón por la cual era menester calentar el cuerpo con la canela caliente o los clásicos quema pechos ( canela o sultana caliente con alcohol) que eran vendidas por señoras que como fantasmas, arropadas en mantas de viaje, esperaban la llegada del tren y aprovechaban que el tiempo de detención del mismo era largo debido a las maniobras para dejar o conectar los coches con destino a Potosí y para llenar de agua la locomotora.
Luego de haber combatido el frío con las espirituosas bebidas, y en algunos casos haber degustado los platos típicos de esa estación como el asado de cordero de cuello largo ( asado de llama) o el arroz con venado que en realidad era un ají de arroz combinado con fideo, partía el tren en busca de la siguiente estación, Río Marquez, un lugar también solitario, pero donde igual paraba a recoger los pocos o ningún pasajero que esperaban este servicio.
Continuando la travesía estaba Sevaruyo, pueblo mediano que era importante por su cercanía al santuario del señor Quillacas, imagen muy venerada por católicos de Bolivia y la Argentina que se volvía importante en la fiesta del mes de Septiembre, este era otro lugar de reabastecimiento de agua para la locomotora.
Quedaban sin embargo todavía varias otras paradas, como ser Huari, donde subían las vendedoras con cerveza recién fabricada por la Cervecería Boliviana Nacional, en algunos casos todavía caliente. Challapata donde la oferta era el tostado de haba y el haba con queso, Pazña con su producción de quesos de leche de oveja que por su pureza eran muy apetecidos, Poopo que era solo una pequeña estación también de cruce, Machacamarca que era un pueblo grande y donde existía un ramal para llegar a las minas de Siglo Veinte, pero el principal atractivo era el delicioso pejerrey frito procedente del lago Poopo y finalmente Oruro donde el ajetreo se volvía un pandemonium entre la gente que bajaba sus maletas y otro equipaje y las personas que abordaban el tren para continuar su viaje a La Paz, tal era la confusión que era aprovechada por los dueños de lo ajeno para hacer sus fechorías.
El viaje a La Paz transcurría monótono y el único atractivo era el hermoso paisaje que cambiaba poco a poco para mostrar el contraste entre la región árida de Soledad, Eucaliptos y los verdes cultivos de haba, papa y otros vegetales en patacamaya, viscachani, ayo ayo, calamarca, comenzándose a ver la gran urbe paceña al llegar a Viacha y posteriormente El Alto.
Lo más espectacular de este trayecto era bajar de El Alto a la ciudad de La Paz, ya que en la hora que tomaba ese descenso se observaba a la majestuosa ciudad en casi toda su extensión, de pronto el tren desaparecía en los bosquecillos de eucaliptos hasta llegar a la curva más estrecha al final de lo que hoy es la ciudadela ferroviaria, para entrar en línea recta a la estación donde concluía esta aventura.
Un verdadero uyunense de corazón, colabora activamente con UyuniWeb desde los inicios de nuestro sitio web. Descubre todos sus artículos y contribuciones aquí: https://uyuniweb.com/author/felipe