La vida de Antaño en Uyuni
LA VIDA DE ANTAÑO DE UYUNI
Uyuni despertaba con el «Primer pito», es decir con el fuerte sonido de la sirena del ferrocarril que a las 7:30 AM, conminaba a prepararse para ir al trabajo. El «Segundo pito» a las 8:00 era para indicar que comenzaba la labor.
Luego a otras horas el sonido del pito anunciaba otras actividades. Siendo así que la actividad de todo el pueblo estaba normada por estos sonidos.
Por ello era frecuente que al pito o del mediodía las esposas debían correr a casa a servir los almuerzos, so pena de sufrir graves disgustos. El final de la jornada también era anunciado por el pito de las 17:30, lo que hacía que los niños que a servir los almuerzos, so pena de sufrir graves disgustos. El final de la jornada estaban jugando en las calles, emprendían veloz carrera a sus casas so pena de recibir cocachos de sus cansados progenitores.
Los domingos tanto por la mañana como por la noche se registraban las Retretas, es decir un concierto de música diversa ejecutada por la banda del Regimiento LOA, en la Plaza de la ciudad. La población especialmente la joven se daba cita, a efectos de disfrutar de esta música gratuita, pero principalmen te gustaban de dar vueltas y vueltas alrededor de la plaza, sea conversando observando a otras personas en especial a las chicas.
A mediados del siglo XX, Uyuni contaba con 14 000 habitantes. Las calles eran de tierra, por ello se prefería circular por las aceras, que estaban prolijamente empedradas, no se conocían los árboles, su irrupción es una historia aparte.
Procurando mejorar la estética de la Plaza, a veces se traían cactus que sobrevivían al clima pero no eran precisamente muy atractivos. Lo que si se veía bello eran los bosques de girasoles que en un escaso lapso de tiempo llenaban de color la plaza. Sin embargo en cuanto se preanunciaban los fríos del invierno desaparecía todo vestigio de vegetación.
Conocedores de la salinidad del agua subterránea, atribuida al salar, nadie creía que se podían plantar árboles, recién a fines del 70 un decidido vecino informó a la Alcaldía, que haciendo un hueco y rellenándolo con tierra de la Posta Vieja, era posible plantar un árbol.
Ni cortos menos perezosos los miembros de la alcaldía hicieron huecos en la plaza central (Av. Arce), rellenando con tierra de Cochabamba que se traía en vagones de tren, al ver que los retoños prendían, se multiplicaron los esfuerzos por cuidarlos, tanto así que en el invierno se los protegía envolviéndolos con pajas y mantas viejas durante las frías noches.
Con tanto trabajo, era la gloria ver crecer a los arbolitos.
Sin embargo persistía el temor de que las raíces al crecer seguramente saldrían de la tierra rellenada absorbiendo filtraciones del agua salada subterránea que matarían al árbol, afortunadamente ello no aconteció y hoy los arbolitos crecen cada vez más. Incluso en otras calles y domicilios particulares se observan lozanos árboles, que en un tiempo pasado era impensable tenerlos en Uyuni.
Eso si, no cesan los cuidados con los árboles de la Plaza, no es extrañar que un viajero que llega observe extrañado que en las gélidas noches de invierno, los árboles estén abrigados con frazadas.
Se dice que el primer arbolito de Uyuni se encontraba en la vivienda de la familia Doria Medina de Av. Potosí (al lado del Banco Central)
Los centros de educación como el Kinder Abaroa, las escuelas «Arce», «Padilla», «Aróstegui», y «Ferroviaria», los colegios «Quijarro», el Instituto de Comercio «Campos» y la Escuela de señoritas «Potosí», permitían una adecuada preparación de la juventud.
La unidad militar acantonada en Uyuni, por entonces era el Regimiento «Loa» 4 de infantería. A su vez permitía cumplir el servicio militar y posteriormente el premilitar.
Pese a su tamaño Uyuni se enorgullecía de contar con una Biblioteca Municipal, que muy bien dotada, atendida por el gentil Don Emilio, permitía cultivar el hábito de la lectura de todos sus habitantes. Aunque algunos llenaban sus instalaciones solo para leer los periódicos del país que llegaban con un día exacto de retraso. Asimismo se contaba con revistas argentinas y chilenas de distribución mensual, que eran devoradas por los jóvenes, que por entonces estaban libres del vicio de la TV.
Luego de la construcción de Cine teatro Ferroviario (1960), se hizo una costumbre social, en especial para los jóvenes, merodear por sus salas.
Buen número de estos jóvenes se contentaban con observar a las personas que entraban a la sala de exhibición, ya que el amplio vestíbulo del cine, permitía congregar a buen número de personas. Así lograban encuentros, reencuentros y desencuentros, pues para saber que de nuevo se registraba en Uyuni, se debía acudir al hall del cine en horas previas al inicio de una exhibición.
Para la población era inadmisible no conocer las características de la película que en la semana se exhibía, así sea en funciones de gancho (Dos personas con un solo boleto).
Cabe resaltar que la vida familiar en Uyuni de entonces era signada por las actividades de la madre, era ella quien se ocupaba de la cocina, lavado, aseo, cuidado de los niños, ella era quien le arreglaba su ropa, usualmente era ella misma quien confeccionaba el guardapolvo de los niños, así como muchas de sus ropas.
Era la madre quien debía ir a las largas filas para recoger la verdura, provisión, carme u otros elementos que la Empresa de Ferrocarriles entregaba a la familia de sus empleados.
Sin embargo era frecuente el préstamo de niños para ir a hacer alguna de las filas, con la seguridad de que tal préstamo sería retribuido del mismo modo. Por ejemplo un día cualquiera se mandaba a hacer cola uno de los hijos a la carnicería, otro a la verdulería y se precisaba a veces de otro niño prestado, para hacer cola en el hospital.
Si bien es cierto que actualmente la mujer merecidamente, por propio esfuerzo y mérito ha ganado otras posiciones, para un hijo no había nada como una madre esperándole al retorno de la escuela o colegio. Era ella quien a cualquier hora de la fría noche llevaba al enfermo retoño al hospital del ferrocarril.
Un detalle talvez incómodo pero que mostraba que las madres estaban dispuestas a todo por proteger a su familia, se registraba cuando una hija quedaba embarazada sin haber contraído matrimonio previo, entonces la madre hacía de todo para lograr que la gente suponga que el niño por venir era de ella. Poco le importaba quedar mal o bien, pero el honor de la familia debía
salvarse.
Honor y cálido homenaje a esas madres de Uyuni, que con su esfuerzo brindaron una digna vida a toda su familia.
Se recuerda aún a fábricas que brindaban fuentes de trabajo a quienes no estaban en el ferrocarril, como la muy famosa Fábrica de Velas y Jabones de Marinko Marinkovic, La Fábrica de Fideos Ramfran del Sr. Oporto.
Entonces era muy conocida la Salteñería de doña Guala, donde por las tardes, las salteñas no vendidas en la mañana, eran rematadas a los estudiantes a una mínima fracción de su precio.
Un detalle vital que hacía grata la vida era la absoluta seguridad de las calles, a cualquier hora una persona de cualquier edad transitaba libremente. Las personas podían dejar sin seguro sus puertas.
Cuando algún borrachito se quedaba a dormir en la calle, lo hacía seguro, siendo su único problema el frío.
La afición más común de los niños y jóvenes era jugar fútbol en las amplias calles de tierra. Se hacían desafíos de calle contra calle poniendo en juego las revistas (Los Comic). Los grupos o pandillas que se formaban eran solo con afán deportivo.
Los jóvenes eran afectos a formar clubes con intención de fomentar el deporte y la cultura, dentro de sus posibilidades efectuaban actos de apoyo a la ciudadanía
Uyunense sobresaliente, matemático reconocido, que aportó a la literatura de Uyuni.